
Redacción web: Tatiana Castro
Desde los pasillos del Ministerio Público hasta los estrados donde se juegan los derechos fundamentales de los ciudadanos, el abogado penalista Eusebio Vera ha transitado un camino marcado por la ética, moral, lealtad, convicción, formación, profesionalismo, la técnica jurídica y el compromiso con la verdad, incluso cuando esta incomoda al poder. Su nombre se ha hecho eco y cobró notoriedad en los casos más relevantes y sensibles de la historia reciente de Bolivia, especialmente aquellos vinculados a la defensa de los derechos y garantías constitucionales del ciudadano de la persecución política.
La fuerza de “un animal noble y la historia americana”
Eusebio Vera, se ve como un estudioso e inclaudicable defensor del “debido proceso” y “obstáculo firme e inclaudicable” del poder circunstancial, ya que desde niño fue un defensor de “lo justo y lo correcto”; recuerda que, en los años noventa se ve como un emprendedor con muchas ganas de “ganar al mundo” con dignidad, moral, justicia, equidad, igualdad, quería comerse todo; pero recuerda a su padre, quién le dijo NO, no es así (le había advertido), pero recuerda que ese niño con muchas ganas, fue creciendo firme en sus convicciones, recuerda muchas dificultades en su vida (desde recorrer muchos kilómetros de caminata en su pueblo para estudiar, hasta el abandono temporal de su padre), trabajó desde sus ocho años (recuerda que, trabajaba para tener un pan para sobrevivir -vivíamos con un té y un pan- para vestirme y vestir a mis hermanas (era el hermano mayor)- tenía que ver la forma, junto a su madre de generar recursos para comer y sobrevivir -recuerda- sufrí mucho pero con mi madre teníamos que seguir adelante -mi tío junto a mi abuelo cuando yo era niño nos quitaron la casa- recuerda con mucha tristeza, pero, teníamos que seguir.
Del civilista, al penalista más cotizado y solicitado
Eusebio Vera, inició su carrera jurídica en poder judicial -antes éramos supernumerarios, ahora son asistentes, empecé desde abajo, hace muchos años, costurando un expediente en materia civil- desde abajo, hace muchos años (1996) fue civilista, luego pasó al Ministerio Público de Bolivia en el año 2004 aproximadamente, en La Paz; Su paso por distintas divisiones –como las de corrupción pública, económicos financieros (antes) patrimoniales (ahora), aduanas, homicidios, anticorrupción y otros– le otorgó una formación integral en derecho penal. “Aprendí de cada fiscal con el que trabajé”, recuerda con mucho cariño y nostalgia. Sin embargo, su contacto con lo más crudo del sistema de justicia terminó por agotarlo: “Me cansé, ya se manchaba con casos de extrema gravedad, muchos con connotación política, no quise ser títere; sufrí y estudié mucho para no ser eso, tenía que respetar a todos y respetarme a mismo, como un día mi papá, me dijo,”.
Ya fuera del Estado, su ejercicio profesional privado no tardó en ganar notoriedad. Aplicó su capacidad, con firmeza y solvencia lo aprendido en su formación en la etapa familiar como en la etapa pública, convirtiéndose en un profesional notable y referente en defensa penal dentro del Estado boliviano, especialmente de quienes eran víctimas de procesos judiciales motivados políticamente -defendí con todos mis conocimientos, sapiencia y experiencia todos los casos más relevantes de mi país, no importando los colores (las puertas de mi oficina siempre estuvieron abiertas para todos), lo mío es estrictamente profesional.
Casos que estremecieron a Bolivia
Uno de los primeros casos de alto perfil en los que participó como servidor público fue el “caso terrorismo” de 2009 en Santa Cruz, un proceso con evidentes tintes políticos denominando caso “Las Américas”, afirma -solo estuvimos tres meses, tiempo suficiente para darnos cuenta y constatar muchas irregularidades y corrupción de fiscal (Soza), asistentes (Cerda) y policías (Aguilera, Gería y muchos otros) sobre las extorsiones que se realizaban en la ciudad de Santa Cruz.
En el ejercicio profesional asumió defensa del ciudadano alemán Dirk Schmidt, también procesado por supuestos delitos de alzamiento armado y falsedad ideológica. Schmidt fue encarcelado y vinculado por el orden del mismo presidente del Estado Evo Morales, quién le llamo “un delincuente internacional” sin tener fundamentos para ello, pero ya se gestaba un grupo de extorsionadores al interior del Estado Boliviano.
El Estado boliviano ya empezaba a aplicar la persecución a todo opositor o a quien interfiera en sus intereses e instauro otro caso denominado “caso Menonitas”, en el que incluso figuraba el político Gustavo Torrico “recuerda que, una vez ese ciudadano alemán estaba en el penal de Palmasola, le aperturaron otros dos casos sin fundamento alguno”.
Eusebio Vera fue uno de los primeros en señalar la carga política de varios casos que se venían.
Otro episodio clave -según él- fue el asesoramiento del senador Roger Pinto, uno de los primeros en denunciar públicamente que Bolivia se estaba convirtiendo en un narcoestado -le dije que, presenté denuncia ante el señor Fiscal General del Estado, pero él (Pinto teniendo las pruebas veía que iba ser infructuoso porque el gobierno controlaba todo) Esa denuncia le costó un proceso impulsado por Álvaro García Linera por el delito de desacato (fue excluido de la normativa penal después). Pinto se asiló en la embajada de Brasil en La Paz y terminó huyendo, falleciendo trágicamente en ese país, en ese entonces, le ofrecieron asesorar a toda la región del oriente, no acepto -según el- las condiciones no estaban dadas.
Pero quizás el proceso más emblemático de su trayectoria haya sido la defensa del líder cocalero Franklin Gutiérrez, acusado de asesinato durante un operativo policial en los Yungas. Según Vera, la acusación fue fabricada para neutralizar a un potencial rival político de Evo Morales “en ese momento histórico”. Las inconsistencias del caso fueron evidentes: desde informes médicos contradictorios hasta una supuesta emboscada que, según el abogado, carecía de lógica táctica y física.
“El disparo provino de abajo hacia arriba, cuando la tesis del Ministerio de Gobierno, la Fiscalía y la policía era que fue una emboscada, pero jamás existe una emboscada de abajo para arriba, una emboscada así, es imposible” explica. Tras arduas investigaciones, consiguió y logró una resolución favorable para Gutiérrez, aunque no sin antes sufrir el dolor de la pérdida personal: durante la reclusión -aunque en ese entonces no lo defendió, pero entendió el sufrimiento- su pequeño hijo falleció, sin poder volver a ver a su padre, murió por “amartelo”.
Vera tiene muchos casos otros casos en los que defendió con mucho profesionalismo, el caso del actual presidente de Adepcoca, Daynor Chuquimia a quien liberó con resoluciones de sobreseimiento, así como el ciudadano “Marco Antonio Aramayo” -aunque llegué tarde, según Vera- siente que se hubiera mucho más para evitar su fenecimiento en interiores carcelarias, pero -considera- que es la bandera del mártir de la verdad y la libertad de Bolivia, tiene opiniones jurídicas publicadas por diversos medios de comunicación.
El abogado que no discrimina colores políticos
Eusebio Vera defiende una justicia imparcial y técnica, sin importar la ideología de sus clientes. Ha patrocinado tanto a figuras opositoras como a políticos del oficialismo, entre ellos, nombra a Gustavo Torrico. “En mi oficina no se mira colores políticos, las puertas de mi oficina están abiertas a todos, NO soy político, lo mío es absolutamente profesional, muchos no entienden, pero es así, no veo colores, altura, gustos o privilegios” y asegura. “Lo importante es que el acto esté conforme a derecho”.
En medio de una Bolivia polarizada por el relato del “fraude” o “golpe” de 2019, Vera ha mantenido una postura firme: los procesos deben tramitarse en el ámbito jurídico y no ser manipulados políticamente. Esa independencia le ha ganado respeto, pero también crítica. Aun así, su norte sigue claro: el respeto irrestricto al debido proceso y sin colores políticos.
Además de defender personas, Vera ha representado al Estado boliviano en casos de alta relevancia. Uno de ellos es el caso FOCSSAP (Fondo Complementario de la Seguridad Social de la Administración Pública) en la última etapa, relacionado con la millonaria pérdida de los aportes de los trabajadores que administraba el extinto fondo, antecesor de las actuales Gestoras. Fue Vera quien logró culminar este proceso histórico y obtener una sentencia favorable. Patrocinando al Servicio Nacional de Patrimonio del Estado, logró también la condena de un juez que pagó de forma irregular al exdirector del Focssap, Dante Escobar Plata -recuerda- que fue la estafa del siglo XX al Estado boliviano.
Otro caso paradigmático es el del exministro Edwin Ronald Characayo, del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, sorprendido recibiendo un soborno de 20 mil dólares en pleno centro de La Paz. Vera logró una sentencia condenatoria de ocho años de prisión, recientemente confirmada por resolución de Auto de Vista. Junto a él fue condenado su entonces director Hiper Yasmani García Quecaña, también implicado en el hecho. Y muchos otros casos más, empero, en la presente nota, sólo se exhibe los casos con extrema notoriedad.
Una justicia que se defiende con hechos.
Es indudable que, para Eusebio Vera, el ejercicio del derecho debe centrarse en la verdad, en la certeza y no en la narrativa o libreto sin fundamento (vacío) de la política. En un país donde el término “perseguido político” puede polarizar a la sociedad, él mantiene una postura firme: “Los procesos deben tramitarse dentro de la esfera jurídica, no política, ni apasionamientos. Solo así, un acto justiciable será legal”.
Fue participe y abogado defensor de Los casos denominados “Golpe I”, “Golpe II” que tuvieron notoriedad y gran relevancia social y política en nuestro país y, el reciente caso “Zuñiga” le han catapultado como uno de los mejores profesionales en el Estado boliviano, por su alta capacidad estratégica y analítica, sin duda alguna se ha constituido en un notable referente de opinión jurídica boliviana.
A través de la experiencia a lo largo de los años y sus casos, Vera ha demostrado que la defensa penal puede ser una trinchera contra el abuso y la impunidad, sin importar quién esté en el poder o en el banquillo. Ya sea defendiendo a los vulnerables o acusando a corruptos de cuello blanco, su carrera es testimonio de que la justicia aún tiene guardianes imparciales,” siempre luchare con y por la verdad”, sostiene.
El jurista, además, comparte sus conocimientos y experiencia adquirido con los años del ejercicio profesional a través de la docencia, seminarios en el área penal en pre y posgrado, en el que es especializado y en el área constitucional, teniendo varios diplomados y maestrías.
Como parte de su trayectoria profesional, Vera también fue abogado civilista y trabajó en el Banco Unión.