
En medio de una economía nacional tensionada y restricciones severas al acceso de divisas, cada vez más bolivianos —desde ciudadanos de a pie hasta grandes empresas— están optando por refugiar su capital en criptomonedas estables, especialmente en stablecoins como USDT y USDC, que replican el valor del dólar. Este fenómeno global, conocido como flight to crypto, encuentra en Bolivia un terreno fértil, marcado por la inflación, el déficit energético y un sistema financiero limitado.
“Ya no se trata solo de invertir, sino de protegerse”, asegura María Fernanda Juppet, CEO de CryptoMKT. En tiempos de alta volatilidad e incertidumbre global, las criptomonedas ofrecen una alternativa segura, sin intermediarios bancarios, operativa 24/7 y con costos reducidos.
El movimiento no es menor: según datos de CryptoMKT y Coinchange, Latinoamérica lidera el crecimiento en uso de stablecoins, con Bolivia como uno de los países que más ha acelerado su adopción. Bitwage, plataforma de pagos en cripto, reporta un crecimiento mensual de hasta 20% en usuarios bolivianos, especialmente en sectores como el tecnológico y exportador. “Las stablecoins son la herramienta más usada en el mundo real; son el ‘killer app’ del ecosistema cripto”, afirma Fabiano Días, directivo de Bitwage.
Las empresas también se suman. Grandes firmas están utilizando estos activos digitales para pagos internacionales, evadiendo trabas cambiarias y reduciendo comisiones. En este contexto, bitcoin y las stablecoins no solo son instrumentos de ahorro: son escudos frente a la incertidumbre financiera.
Con más de 36 millones de billeteras activas en la región, el avance del dólar digital en Bolivia parece imparable. La gran pregunta es si el país logrará integrar esta ola innovadora como motor de desarrollo económico y no solo como un refugio temporal.